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Mostrando entradas de noviembre, 2020

las heridas de un pirata

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  El revuelo que el Venganza había provocado en Calida, no era comparado con lo que los otros barcos del sur hicieron a Torres Doradas, la capital. De no haber sido por la increíble fuerza militar, que unía Calida y Titrán, tal vez hubieran conseguido resquebrajar la gran frontera del Dumno, pero eso sí, ningún bando se libró de sufrir alguna que otra baja en sus filas. En el caso de los calides, hubo uno, en particular que, de no salvarlo, no se podría solucionar la revuelta, ni de chiste: el capitán del Venganza, Belerl. Tras haber matado a un capitán rival, Belerl tenía una lanza, que le atravesaba todo el abdomen; si se lo quitaban, moriría desangrado, y nadie lo quería. Por ello, dos soldados, siguiendo las órdenes de sus superiores, lo llevaron al Palacio del Guarda. No sólo porque estaban llevando a los heridos a la residencia real, sino porque allí se encontraban las personas más interesadas en verle con vida: la reina Dilia, el general Ulio, y, sobre todo, la célebre soldad