Arte vs artista

      En estos días, el mundo lector está que trina porque en la próxima edición del Celsius 202, todo un referente en la fantasía y en la ciencia-ficción, va a acoger al autor Orson Scott Card.

      Este hombre escribió, entre otras historias, "Los Juegos del Ender", un libro que, alguna que otra vez, pensaba poner entre mis lecturas pendientes. Por un lado, tiene fama de ser un buen escritor; por la otra, tiene fama de ser un homófobo, orgulloso de serlo. Hasta tal punto ha llegado esta situación, que autores como Iria G. Parente y Selene Pascual (a ellas si las tengo en mis lecturas pendientes) y  Javier Ruescas (un youtuber que adoro con toda mi alma) han decidido no asistir.

      Como persona, yo entiendo a estos tres autores, y de hecho, el festival no debería ignorar estas quejas. El hombre es un asco, y en VeroWorld no aprobamos esta clase de comportamientos, ni siquiera en los villanos. No pueden ser tan ingenuos como para creer que este hombre, de alguna forma u de otra, no cause polémica en sus apariciones. Porque fijo que lo hace, aunque admito una cosa de su política: que se intente valorar a la obra en sí.

      Esto último hizo que recordara una cuestión, que si lo ponemos en contexto, ha sido un objeto de debate desde el principio de los tiempos: ¿hay que menospreciar una obra por la actitud de un artista? Porque esto pasa en todos los ámbitos del arte, e incluso en todos los ámbitos de la vida: persona con un talento excepcional, que consigue emocionar a las masas, revolver los cimientos de nuestra mente, e incluso hacer que seas mejor persona; luego, esa misma persona discrimina a los homosexuales, a las mujeres, a los inmigrantes, o a cualquiera que no sea el blanco convencional... Por poner más ejemplos de esta calaña, J.K. Rowling, hace varias semanas defendió a una mujer que había discriminado a los transexuales, ¿y acaso Harry Potter se ha declarado Obra Non Grata?

      Así que hace un tiempo decidí una cosa: no hacerlo. Vale, cierto que un libro tendrá parte de los pensamientos del autor, pero me quedaré con las emociones que me podrían despertar, y si son buenas, ¡los alabaré y optaré por creer que un espíritu los escribió! Vale, un poco fantasioso, ¡pero VeroWorld es así! Ya el tiempo se encargará de poner a cada uno en su lugar.