El cuento de la criada, Margaret Atwood


Título completo: El cuento de la críada. 
Autor/a: Margaret Atwood. 
Género: ciencia-ficción, feminismo, neomalthusiano.
Fecha de publicación: 1996














Amparándose en la coartada del terrorismo islámico, unos políticos teócratas se hacen con el poder y, como primera medida, suprimen la libertad de prensa y los derechos de las mujeres. Esta trama, inquietante y oscura, que bien podría encontrarse en cualquier obra actual, pertenece en realidad a esta novela escrita por Margaret Atwood a principios de los ochenta, en la que la afamada autora canadiense anticipó con llamativa premonición una amenaza latente en el mundo de hoy.

En la República de Gilead, el cuerpo de Defred sólo sirve para procrear, tal como imponen las férreas normas establecidas por la dictadura puritana que domina el país. Si Defred se rebela —o si, aceptando colaborar a regañadientes, no es capaz de concebir— le espera la muerte en ejecución pública o el destierro a unas Colonias en las que sucumbirá a la polución de los residuos tóxicos. Así, el régimen controla con mano de hierro hasta los más ínfimos detalles de la vida de las mujeres: su alimentación, su indumentaria, incluso su actividad sexual. Pero nadie, ni siquiera un gobierno despótico parapetado tras el supuesto mandato de un dios todopoderoso, puede gobernar el pensamiento de una persona. Y mucho menos su deseo.

Los peligros inherentes a mezclar religión y política; el empeño de todo poder absoluto en someter a las mujeres como paso conducente a sojuzgar a toda la población; la fuerza incontenible del deseo como elemento transgresor: son tan sólo una muestra de los temas que aborda este relato desgarrador, aderezado con el sutil sarcasmo que constituye la seña de identidad de Margaret Atwood. Una escritora universal que, con el paso del tiempo, no deja de asombrarnos con la lucidez de sus ideas y la potencia de su prosa.


      Os juro por Dios todopoderoso que, por el tiempo que tardé en leer esta historia, mis ovarios se encogían hacia dentro por el horror. O sea, no sé cómo hacer realmente esta reseña sin spoiler, así que perdonadme si parezco demasiado parcial, u horrorizada. Intentaré ser fría y objetiva, lo juro. Hago un juramento solemne como reina de VeroWorld.
      Empezaré diciendo que conocí esta historia, como más de la mitad de mis lecturas, a través de la serie de la HBO, con el mismo título. Sólo vi la primera temporada, suficiente para quedarme impactada, y que me diera mal rollo. Sin embargo, una parte de mi quería leer el libro, pensando que tal vez la serie me impactó, además de por el contexto, de forma visual. Que el libro sería más suave.

Que ingenuidad la mía.

      No sólo el libro me impactó más que la serie, sino que, además, consiguió fascinarme más, por lo bien escrito que está. Puede que Atwood no vea el futuro (por favor, ¡¡¡no!!!), pero la República de Gilead es, en mi opinión, la distopía que más se acerca a la realidad. Porque si señores, ¡esto nos podría pasar, a las mujeres me refiero! Si no empezamos a demostrar que podemos ser igual de valiosas para la sociedad, a base de talento y respeto, os aseguro, que esto podría darnos bien fuerte y a traición.
      Es cierto que algún que otro detalle se haya pasado por alto, pero es un sólo libro (la segunda parte es y no es una continuación), y normalmente este tipo de mundos ficticios tienen sagas largas. A decir verdad, si la autora hubiera querido, habría escrito hasta veinte libros, porque Gilead da para mucho. La división social es bien notable, y los castigos por transigirlos también. Y también, lo cual hace esto más real, es que, a pesar de lo férreos que pretenden ser, la hipocresía cuando las transigen. Vale, aquí haré dos SPOILERS, léelo bajo tu propia responsabilidad: cuando Serena le pide a Defred que se acueste con otro hombre, cuando se supone que sólo lo puede hacer con su marido; o cuando Waterford, además de follarse a Defred fuera de La Ceremonia, va a un prostíbulo con ella, que directamente no tendrían que existir.
      Si tuviera que poner un pero, y lo hago por decir uno, no porque realmente lo crea, es la poca profundidad de los personajes. Los personajes humanos, porque creo que decir que la propia Gilead es como un personaje, no es tan locura, y este si está detallado. No le doy tanta importancia al de las personas, porque no es necesario. No es una historia que necesite de esto y, sin embargo, la serie de televisión sí. Pero VeroWorld es un reino de costumbres y, por lo tanto, haré un análisis de los personajes individualmente, en la medida de lo posible:

· Defred/June: a pesar de una pasividad, que en casos normales sacaría de quicio, en este caso no lo ha hecho. Es decir, sólo le permiten tres cosas: dejarse follar una vez al mes, ir a la compra acompañada, y vivir sana. No podemos pretender, al menos de inmediato, que se rebele, y aun así, con detalles insignificantes lo consigue. Su final, sin embargo, es desconcertante.


· Serena Joy: no sé, a veces me daba pena esta mujer. Estaba claro que no quería verse relegada, o al menos tener que dejar a una criada la labor de parir un bebé. A ratos digo, "te compadezco", otras "jódete, ¿no querías a las mujeres en casa?". Me tuvo profundamente dividida.


· Fred Waterford: la clásica imagen de un político, porque no me quedó del todo claro si los Comandantes son todos políticos, o simplemente personas de clase alta. De cara al público, férreo, imagen pura, cumplidor de las leyes. Pero por detrás, con sus perversiones sexuales, algunas hasta típicas. Él es la viva imagen de la hipocresía de Gilead. Un apunte más superficial: el Fred del libro es más viejo que Joseph Fiennes, pero preferí ver en mi mente a este.



· Nick: después de personajes horribles, o de criada maltratadas, este es como un alivio, que consigue que tu cuerpo deje de estar tenso. Su participación más significativa se da más bien al final, y no está del todo claro, pero quiero pensar lo mejor. Al menos una cosa buena que sale de Gilead.





      Podría hacer una lista de todos los personajes, pero todos parten de dos premisas, una general, y otra exclusiva de las mujeres: la primera, la general, es que, por muy puritanos que pretendan ser, creo que una parte de su alma saben que Gilead está condenado a morir. Y la segunda, la que más me ha sacado de quicio, es que las mujeres se atacan entre ellas. Teniendo en cuenta que su diferenciación sólo es por el color de la ropa, y si algunas tendrán sexo ceremonial, ¿¿¿POR QUÉ NO SE AYUDAN??? Aunque fuera por interés, ¡que se ayuden coño!
      En conclusión. Lectura obligatoria El Cuento de la Criada, y recordad, aunque sea ficción, tiene elementos reales, y estamos a un tiro de piedra de que se vuelva realidad, y más en estos días tan convulsos. Aquí fue por problemas de nacimiento, pero otras dictaduras en la historia se han levantado con menos.

9,5º de 10º





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