la bienvenida de los gigantes

Dahlia no se avergonzó por los sentimientos que tuvo en esos momentos: un pánico que le ponía los pelos de punta. Es decir, si aún siguiera en Midgard, y su hermano no hubiera desaparecido, puede que hubiera dado media vuelta, en una situación parecida, pero sólo para coger sus flechas, y atravesar a su enemigo sin piedad. Sin embargo, estaba en Jötunheim, en busca de información sobre el lobo secuestra-niños, en compañía de un bravucón que atrae rayos, y un embaucador, del que nunca conoces la intención. Vale, Thor era honrado, y se alegró de que se comprometiera a ayudarla, pero su odio a los gigantes era palpable, y no hacía falta ser muy suspicaz para saber que eso no era bueno. Y con Loki, sólo empeoraba las cosas.

– Loki, sabes que sólo conozco una manera de hablar con estos engendros– dijo Thor, toqueteando su martillo, de forma amenazante, delante del castillo principal a Utgard.

– Vamos cariño, ¡creí que te parecía guapo!– dijo Loki burlón, poniendo la paciencia de Thor a prueba– Sin mí, tu vida sería aburrida.

– ¡Loki!– dijo Thor furioso, antes de acordarse de que Dahlia estaba con ellos.

– Recordadme porque vamos a ver al rey de Jötunheim– dijo Dahlia, sobre todo para callarlos.

– Porque, si nuestras memorias no nos fallan, el lobo es de Thrym, y de ser así, creo que se ha metido en un lío. Oye Thor, dame, al menos, quince minutos, para sonsacarles información– explicó Loki, antes de que Thor se pusiera más furioso.

– Ni de broma, no va a funcionar– dijo, hablando más de su paciencia, que de los propios gigantes– Nos colamos, matamos a gigantes, y averiguamos donde están los niños.

– Por favor Thor, la vida de mi hermano está en juego. El pequeño de Asgard también. Deja que Loki despliegue su verborrea– dijo Dahlia, cogiéndole su mano para tranquilizarlo– Por una vez, creo que él es mejor solución.

– De acuerdo, quince minutos– dijo, muy a regañadientes.

– Mi pequeña, deberías acompañarnos más a menudo– dijo Loki, dándole un beso en los labios, pillándola desprevenida.

            Antes de que Dahlia pudiera replicar, o al menos pronunciar alguna sílaba de protesta, Loki ya se había acercado para tocar en la imponente puerta, para que, en unos pocos segundos, ver como este se abría. Thor, para no usar su martillo para atraer algún rayo, se pegaba a Dahlia, para contagiarse de su tranquilidad. Dahlia, sólo podía mirar a Loki, escéptica de las intenciones de este ser. En el tiempo que había viajado con ellos, casi había perdido su arco, caído en un río embarrado, y perseguida por yeguas, por oler como ellos. Y, sin embargo, no habrían llegado tan lejos sin su perspectiva y astucia, y eso, le pesara o no, no se lo podía negar.

            Los tres, tras ver como dos gigantes lo recibían, mosqueados al reconocer al mata-gigantes, y al mentiroso del Yggdrasil, entraron por un largo pasillo, y en menos de unos pocos minutos, se encontraron rodeados de jotuns (gigantes de Jötumheim), que estaban en un festín. A Dahlia le entraron escalofríos, con tan sólo sentir como aquellos ojos la escudriñaban con asco, o curiosidad. La ira reprimida de Thor no la ayudaba, pero si la inusual alegría de Loki. Era mentiroso, liante, pero tenía fe en que su curiosidad, por ver como acababa su misión, era más grande que sus ganas de salir bien parado, por su cuenta.

– Majestad, te veo bien– dijo Loki, empezando de forma informal.

– Ahórrate los halagos, embustero. Cada vez que abres la boca, alguien por aquí acaba con un ojo morado– dijo el rey jotun, con un gesto aburrido.

– Vamos alteza, ¿cómo iba a saber que tu sobrino se iba a dar contra aquel mamotreto?– dijo, con una falta de culpabilidad que a Dahlia le estremeció.

– ¿Y ahora nos traes al Æsir que más mala fama tiene por aquí?– preguntó Thrym, antes de observar a Dahlia– ¿Y a una criatura de Midgard?

Thor ha prometido portarse bien en nombre de la humana, y la humana, bueno, ¡no la juzgues, tiene un motivo para no estar en Midgard!– dijo Loki, con una falta de nervios, que hasta a Thor le sorprendió.

¿Acaso la pobre la has enamorado, y te sigue como un perrito faldero?– dijo Thrym, provocando la risa de los presentes.

Créame cuando le digo que ojalá se muriera– soltó Dahlia, captando la atención de todos los presentes.

            Loki la miró con una mirada asesina, como si le hubiera desbaratado todo su plan, pero Dahlia no podía perder tiempo. Contaban con la curiosidad al ver tan extraño trío, pero los gigantes vieron que, con Loki de por medio, no podría haber nada bueno. Thor tenía muy mala fama también, así que se vio a ella misma como una alternativa a salir de allí airosos.

¿Ya has sufrido algún accidente por culpa de este jotun traicionero? ¿O del mata-gigantes?– preguntó el rey, con cierta curiosidad.

Rey de Jötunheim, cuando digo que ojalá se muriera, si, hablo de Loki, y en el fondo, un poco de Thor, pero he de admitir también, y de muy mala gana, que les debo mi vida– explicó, esta vez desconcertando a todos.

¿En qué sentido?– preguntó, incorporándose para oír mejor.

Me salvaron de un lobo, que, según Loki, es de vos. Como sé que miente más que habla, le exigí que me trajera hasta aquí. Seguro que querréis verle humillado, y como diríamos en Midgard, mataríamos dos pájaros de un tiro– explicó, mientras había cuchicheo en el salón.

Así que queréis ver a mi lobo– preguntó el rey, sin saber si creer en las palabras de Dahlia o no.

Y tener la oportunidad de ver si puedo dejar en ridículo al dios de la mentira– añadió Dahlia, poniéndole los dientes largos al gigante

            Thor no entendía porque Dahlia había soltado aquellas palabras, sobre todo porque, horas antes, le había jurado protegerla con su vida y su martillo. Pero Loki, como alguien inteligente y astuto, si lo había cogido, y no pudo evitar sentir admiración por la agilidad mental de la muchacha. De hecho, cuando vio que, si bien no le mostraron al lobo de primeras, si consiguieron pasar la noche en el mismo castillo, hasta la llegó a felicitar. Además, su curiosidad por el devenir de aquella aventura creció notablemente, con la astucia de la humana, que cada vez la quería conocer mejor.

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