La inmortalidad de Balder

Dahlia, junto con Loki y sus dos hijos, ya llevaban una semana en Asgard. No era habitual una estancia tan prolongada, y menos para alguien originario de Midgard, pero en esta ocasión, era el propio Odín quien solicitaba su presencia, y no el azar o el caprichoso destino. Quería calmar a una preocupada Frigg, haciendo jurar a toda criatura, viviente o inerte, que no dañarían, ni podrían matar a Balder. Ella lo vio como una forma de agradecerle por todo lo que había hecho por su vida, y sus niños, harían caso a su madre. Loki, sin embargo, le había sentado como una patada en el estómago, pero por no perjudicar a su familia, claudicó.

Tras haber hecho aquel juramento, en nombre de los seres humanos de Midgard, la mitad de Asgard querían que Dahlia prolongara su estancia. Todavía se sentían en deuda por su proeza en Svartálfaheim, y, además, sentían curiosidad por cómo eran los mellizos, siendo tan mestizos. Por ello, Freya, sin necesidad de que se incumpliera ningún juramento, organizó una fiesta en los jardines del Fólkvangr, en su honor. Dahlia se sintió abrumaa y honrada, y no tenía ninguna razón racional para decir que no. En la primera hora de la velada, Dahlia se limitó a observar el comportamiento de los dioses, y de sus seres queridos. Loki no paraba de reírse con dioses como Thor, y los hijos de este, Magni y Móði; y sus hijos, curiosamente, le habían cogido cariño a Tyr.

– Mis hijos son nietos dignos de Erik “el bravo”– murmuró, para sí misma.

– Veo que sus hijos prefieren al dios de la guerra– dijo Frigg, sobresaltando a Dahlia por un momento– Siento haberte asustado.

– Tranquila, estaba absorta en mis cosas– se excusó, tras permitir que se sentara a su lado– Por cierto, me ha sorprendido esta extraña petición que nos has ordenado.

– ¿Lo desapruebas?– preguntó Frigg, un poco a la defensiva.

– Tranquila, recuerda que soy madre. Haría lo mismo si pudiera– dijo, relajando un poco a Frigg– Además, a Balder le debía que me salvara, y a mis hijos.

– Ya me contó tu aventura por Vanaheim, y confieso que me sorprendes. Un humano de Midgard, en tu misma situación, habría acabado loco. Hasta has conseguido controlar a un ser como Loki– alabó, haciendo que Dahlia se sintiera abrumada.

– ¡Dahlia, ven, tienes que participar!– gritó Bragi, dios de la poesía, mientras le enseñaba un arco.

– ¿Tiro al arco?– preguntó Dahlia, mientras Frigg sonreía, y ambas se levantaban.

– Los Æsir han buscado otra forma de entretenerse, gracias a Balder– comentó Frigg, mientras la llevaba al corrillo que se estaba formando alrededor de Balder.

           Dahlia se acercó a Tyr, que estaba aún con sus propios hijos, para que le explicara que estaba sucediendo, y antes de que este pudiera pronunciar palabra alguna, Freya sacó un gran cuchillo, ¡y lo lanzó al pecho de Balder! No sólo no murió, sino que, además, se lo quitó, como si se quitara un pequeño aguijón. Los Æsir se volvieron locos de la euforia. Luego, Thor le lanzó su propio martillo, y si lo tiró al suelo, pero nada más. Ahí comprendieron lo que estaba sucediendo en realidad.

¡Estáis poniendo a prueba la invencibilidad de Balder!– dijo Dahlia, realmente impresionada.

Le hemos cogido gustillo a ponerlo a prueba– dijo Tyr, antes de observar a los mellizos– ¿Dejarías que probaran?

¡Si, si, si!– gritaron ellos, realmente impresionados.

Antes quiero hacerlo yo. Bragi, ¡dame ese arco!– dijo ella, captando la atención de todos– Loki, ¡prende!

¿Prender?– preguntó Bragi extrañado, antes de ver como Loki le quitaba el carcaj de flechas.

           Loki había visto a su mujer, más de un millón de veces, tirar con el arco, y la mayoría de las veces, la visión lo excitaba. De hecho, vio su mirada pícara, cuando le cogió una de las flechas, y eso sólo significaba que se iba a poner chula, algo que aprobaba, teniendo en cuenta que era una humana rodeada de Æsires.

Espera. Loki, ¡véndame los ojos!– dijo ella, dejándonos a todos con la boca abierta.

Oye, ¿estás segura de esto?– preguntó Frigg, más preocupada de su puntería, que de la seguridad de Balder.

Nuestra mamá puede disparar a kilómetros de distancia– dijo el hijo, conmoviendo a todos por su forma de defenderla.

Nuestro abuelo, Erik “el bravo”, dice que es la mejor arquera de Midgard– añadió la hija, recibiendo una señal de aprobación de Loki.

Bueno, con esa referencia, le daremos una oportunidad– dijo Frigg, sorprendida, además, por el asentimiento de Loki y Thor.

Vamos Dahlia– dijo Balder, a modo de ánimo, antes de que Loki la vendara.

           Dahlia, aunque si es cierto que estaba aprovechando para lucirse, ella nunca presumía de lo que carecía, y su familia no exageraban con sus alabanzas. Si, en el cuerpo a cuerpo no superaba a su padre, o en la espada a su hermana. En fuerza bruta, su madre era la mejor, y su hermano iba por el mismo camino. Pero en puntería, ella era la maestra, y el arco, era como una extremidad de su cuerpo. Por lo que, después de vendar los ojos, Loki cogió la punta de la flecha, y le prendió fuego. Luego se incorporó para poder disparar, y Balder, para no ponérselo tan fácil, corrió para cambiar de posición. Antes de que pudiera quedarse quieto, Dahlia giró el cuerpo, ¡y lo apuntó en la cabeza!

          ¿Resultado de ello?: Balder perdió el pelo y la barba, que recuperó en unos pocos días, pero por lo demás, quedó ileso, demostrando, una vez más, que con la promesa de todos los seres de Yggdrasil, se había vuelto inmortal.

            O eso parecía.

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