La prueba de la serpiente

 


Ella podría haber venido con las habladurías de la gente. Soportaría frases como se fugó con un casado y la abandonó, se prostituyó para rescatar a su hermano, y similares. Contaba con el apoyo de Lifthrasir y Brunilda; del primero, porque sabía la verdad de primera mano, y de la segunda, porque al conocer parte de esa verdad, tenía fe en ella. Además, ya estaba haciendo planes para no acabar como madre soltera, pero fue llegar Thor y Loki, y que se fuera todo a la mierda. Ya sólo con sus presencias perturbaban la tranquilidad de todo el poblado, fuera o no su intención, y ella sólo podía ponerse de los nervios. Los evitaba a toda costa, ya que, por muchas cuentas que hiciera en su cabeza, ¡no sabía cuál de los dos era el padre de su bebé de cinco meses!

Pero Dahlia sabía que no podría evitar aquella conversación, al menos eternamente, lo único era que no se esperaba la forma en que se desarrolló ese momento. Y menos empezar por el que más podía tomarle el pelo. Fue cuando salió de la granja, en el que vio que Loki la esperaba por fuera. Como estaba de espaldas, intentó escabullirse, pero no llegó a dar ni cinco pasos.

– Recuerda que soy el dios del engaño– dijo él, sin darse la vuelta.

– Y del incordio– dijo, molesta por no haberlo conseguido.

– Deberías hablar conmigo, o con Thor, aunque me gustaría que me concedieras el honor de ser el primero– dijo, poniendo una de sus sonrisas deslumbrantes.

– Mientes más que hablas, ¿por qué debería empezar contigo?– preguntó ella, un poco a la defensiva.

– ¡Porque tengo un juez imparcial!– dijo, mientras sacaba una serpiente de su túnica.

– ¡Dioses!– contestó ella, echándose para atrás, antes de fijarse qué clase de serpiente– ¿Este no es la serpiente de Syn?

– La he tomado prestada– dijo, antes de observar su mirada de reproche– Venga, ¿quieres saber si miento o no?

         Dahlia se acordó de aquella serpiente, de cuando Syn habló con ella, en una de las cenas fastuosas de Asgard, y el hecho de verla allí, en manos de Loki, la dejó desconcertada. Se dio cuenta de que él tenía intención de decir la verdad, y él era consciente de que no lo parecería por ser quien es. El robo, aunque no le pareció bien, lo tomó como un hecho secundario.

         Como vio que no tendría una mejor oportunidad, ella le hizo una señal para que llevara la serpiente al interior de la granja, y cuando la pusieron en el suelo, ambos se sentaron a su alrededor. Ella, por su barriga de cinco meses, tardó un poco en hacerlo, pero ni Loki ni la serpiente demostraron alguna clase de impaciencia. Por un segundo, Dahlia se quedó embobada con los ojos de él, tan claros como el cielo en pleno verano, y si no fuera porque el animal había siseado, se habría quedado allí un buen rato.

– ¿Quieres comprobar si es la serpiente?– preguntó, mientras Dahlia se tapaba su barriga como un trozo de madera– Chica lista.

– ¡Loki es el ser más honesto de todo el Yggdrasil!– dijo, antes de que la serpiente escupiera su veneno, cayendo en la madera.

– Empezaste con una mentira muy obvia– dijo, riéndose por su ocurrencia– Bueno, seré un caballero, y te dejaré preguntar lo que quieras primero.

– A ver, ¿qué os hizo venir a ti y a Thor a Midgard? Porque me queda claro que no sabíais que estoy embarazada– dijo, soltando lo primero que se le ocurrió.

– Heimdall vio más allá, tú gritando de dolor y sufriendo. Thor se quedó horrorizado, y yo me preocupé, pero preferí esperar a ver que te pasaba– dijo él, sin pelos en la lengua.

            La serpiente se quedó tranquila, señal de que dijo la verdad, y a Dahlia le resultó razonable la actitud de Loki. Y se sintió honrada por estar en el ojo de Heimdall.

– Vale, te dejo preguntar a ti– dijo, sorprendida por su sinceridad.

– ¿Quién es el padre de tu bebé?– preguntó, algo que ella esperaba.

– No tengo ni idea, pero en mi vida, sólo he follado contigo y con Thor– dijo ella, sin que la serpiente reaccionara.

– Mierda– contestó, esperando un nombre– Esperaba que nos estuviera tomando el pelo.

           Y durante un buen rato, se hicieron unas cuantas preguntas, que, aunque pudieran parecer de carácter personal, eran más bien para aclarar algunos hechos, ocurridos durante su aventura por el Yggdrasil. Por haceros un resumen, Dahlia averiguó que Loki nunca tuvo intención de dejarla tirada; que el viaje lo empezó por curiosidad, para acabar cogiéndole cariño; y que si le hirió en el orgullo lo ocurrido en el Jotünheim. Y Loki averiguó que ella si supo que el engaño del lago, y aun así continuó adelante; que acabó confiando ciegamente en él con los elfos oscuros, y que la atracción que sentía por Thor, la podía sentir por otro Aesir, pero se fiaba más del dios que de él mismo. Y la serpiente había saltado un par de veces, ya que de vez en cuando, intentaban mentir.

– Dahlia, dime, si yo fuera el padre, ¿dejarías que fuera partícipe de su vida?– preguntó, con una vulnerabilidad que la asustó.

– ¿Acaso te importa?– preguntó, con un asombro que no le cabía en el pecho.

– Escucha, soy padre de criaturas que, o dan miedo, o los quieren muertos. No los he criado, no les he podido dar ningún tipo de emoción. Hasta las bestias han tenido hijos– explicó, mientras la serpiente permanecía tranquila– ¡Quiero tener la oportunidad de ser padre!

– Si de verdad quieres, eres el padre, y eres capaz de no mentirme, ¡te daría la oportunidad!– dijo, con una serpiente tranquila, y un Loki conmovido.

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