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La prueba de la serpiente

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  Ella podría haber venido con las habladurías de la gente. Soportaría frases como se fugó con un casado y la abandonó , se prostituyó para rescatar a su hermano , y similares. Contaba con el apoyo de Lifthrasir y Brunilda; del primero, porque sabía la verdad de primera mano, y de la segunda, porque al conocer parte de esa verdad, tenía fe en ella. Además, ya estaba haciendo planes para no acabar como madre soltera, pero fue llegar Thor y Loki, y que se fuera todo a la mierda. Ya sólo con sus presencias perturbaban la tranquilidad de todo el poblado, fuera o no su intención, y ella sólo podía ponerse de los nervios. Los evitaba a toda costa, ya que, por muchas cuentas que hiciera en su cabeza, ¡no sabía cuál de los dos era el padre de su bebé de cinco meses! Pero Dahlia sabía que no podría evitar aquella conversación, al menos eternamente, lo único era que no se esperaba la forma en que se desarrolló ese momento. Y menos empezar por el que más podía tomarle el pelo. Fue cuando salió

El amor de Freyja

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  Dahlia, desde que vio que se había ganado la estima de gran Freyja, se había preguntado una pregunta interesante: ¿la diosa del amor tenía a alguien, por el que daría su corazón sin titubear? Y si la respuesta era si ¿Quién podría ser? Y ya que había rescatado a su hermano, de los elfos oscuros, y se quedarían en Asgard unos días, se podía permitir ese lujo. Había imaginado a humanos, aesires, vanires, enanos, elfos (su promiscuidad era legendaria), pero cuando vio la realidad, no pudo evitar sentir asco, al menos inicialmente. También frustración, ya que Loki se lo había insinuado, y por una vez, no estaba mintiendo. Alguien con el que comparte hasta la fecha de nacimiento , fueron sus palabras exactas. Y sólo podía ser uno, en todo el Yggdrasil. ¡¡¡Su hermano gemelo, el dios Freyr!!! Al no poder disimular su horror, creyó que vería el lado oscuro de su diosa, y que volvería a Helheim, pero para quedarse. Pero cuando ella echó a su hermano, y se quedaron solas, Dahlia vio alg

Un primer acercamiento

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  Lilia estaba muerta de miedo, y no era para menos. Si, en el mes en el que había estado en el Palacio Oscuro, había visto que, los criados humanos, estaban bien cuidados y alimentados. De que las marcas de los colmillos desaparecían, si el vampiro te mordía con delicadeza, y que más que tortura, lo más que se destilaba por allí era que los seres oscuros pasaran de ti, salvo si eras su bebedor (Lilia agradeció eso). Pero ahí tendría que ir hasta el propósito inicial de su encierro: ser la bebedora oficial del rey de Tinieblas. Porque Dante, el supremo monarca, tenía una brutal fama de ser un carnicero, insensible y tirano. E incluso sobre vampiros, no era uno muy encantador, y si no hubiera sido porque le acompañaba otro vampiro, habría salido escopetada de allí, se habría arriesgado a morir de otra forma, como perseguida por otros colmillos menos temibles. Pero cuando abrió la puerta, y vio al vampiro que estaba apoyado en una gran chimenea, se llegó a replantear si le estaban to

las heridas de un pirata

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  El revuelo que el Venganza había provocado en Calida, no era comparado con lo que los otros barcos del sur hicieron a Torres Doradas, la capital. De no haber sido por la increíble fuerza militar, que unía Calida y Titrán, tal vez hubieran conseguido resquebrajar la gran frontera del Dumno, pero eso sí, ningún bando se libró de sufrir alguna que otra baja en sus filas. En el caso de los calides, hubo uno, en particular que, de no salvarlo, no se podría solucionar la revuelta, ni de chiste: el capitán del Venganza, Belerl. Tras haber matado a un capitán rival, Belerl tenía una lanza, que le atravesaba todo el abdomen; si se lo quitaban, moriría desangrado, y nadie lo quería. Por ello, dos soldados, siguiendo las órdenes de sus superiores, lo llevaron al Palacio del Guarda. No sólo porque estaban llevando a los heridos a la residencia real, sino porque allí se encontraban las personas más interesadas en verle con vida: la reina Dilia, el general Ulio, y, sobre todo, la célebre soldad

El castigo de Tántalo (relato modificado)

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  Durante varios días, Tántalo, el rey de Frigia, había estado frenético en su palacio. Su padre, el legendario Zeus, había aceptado su invitación a cenar en su reino, y al menos Hermes y Deméter confirmaron, aunque no se descartaba que los demás también vinieran. Había cometido demasiados errores, como revelar secretos del Monte Olimpo, robar la ambrosía de los dioses, y ocultar un mastín de oro, que perteneció a su abuela. Se creía con ese derecho, ya que no dejaba de tener sangre divina, pero era consciente de que los dioses no lo tendrían en cuenta, al menos sin una compensación. – Majestad, ¡este es el último estofado que podemos preparar! No hay más carne– dijo el cocinero, tapándose los brazos por miedo. – ¡NO ES SUFICIENTE!– gritó Tántalo, antes de golpear al cocinero con una vara– Creo que nadie me entiende, ¡vienen los dioses! No podré darles una bazofia como esta. – Mi señor, no sé qué animal puedo usar– dijo el cocinero, llorando por su herida en la mejilla– Y sólo

La inmortalidad de Balder

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Dahlia, junto con Loki y sus dos hijos, ya llevaban una semana en Asgard. No era habitual una estancia tan prolongada, y menos para alguien originario de Midgard, pero en esta ocasión, era el propio Odín quien solicitaba su presencia, y no el azar o el caprichoso destino. Quería calmar a una preocupada Frigg, haciendo jurar a toda criatura, viviente o inerte, que no dañarían, ni podrían matar a Balder. Ella lo vio como una forma de agradecerle por todo lo que había hecho por su vida, y sus niños, harían caso a su madre. Loki, sin embargo, le había sentado como una patada en el estómago, pero por no perjudicar a su familia, claudicó. Tras haber hecho aquel juramento, en nombre de los seres humanos de Midgard, la mitad de Asgard querían que Dahlia prolongara su estancia. Todavía se sentían en deuda por su proeza en Svartálfaheim, y, además, sentían curiosidad por cómo eran los mellizos, siendo tan mestizos. Por ello, Freya, sin necesidad de que se incumpliera ningún juramento, organiz